El sueño, sobre todo cuando dormimos bien y gozamos de un sueño de calidad, nos ayuda a reparar nuestro organismo. El descanso es una pieza clave en casi cualquier patología, e interviene en procesos de reparación y regeneración de todo el cuerpo. Es vital en la reparación tisular (de los tejidos) en cualquier lesión deportiva.  Por ejemplo, cuanto mejor descansemos mejor se va a reparar un esguince o una rotura de fibras, ya que es en ese periodo de descanso cuando las fibras de colágeno que van a reparar parte de la lesión van a intervenir en mayor medida.

De igual modo, dormir bien ayuda a aliviar el dolor crónico (ese dolor que nos acompaña todos los días de nuestra vida, hasta el punto de que en ocasiones lo aceptamos como algo normal) o le dolor agudo (como en el caso de una contractura).

Un ejemplo de reparación en horas de sueño son los discos intervertebrales, causantes de las hernias discales tan temidas por todos. Es durante las fases de sueño más profundo cuando los discos intervertebrales se hidratan y reparan. Por ello que el descanso ayuda a prevenir hernias discales y a mejorar su sintomatología en caso de padecerlas. Y, por la contra, un mal descanso facilita la aparición de profusiones o hernias de disco.

Estos son unos pocos ejemplos, pero la lista es interminable.

Además, el sueño y el buen descanso ayudan a prevenir y controlar el estrés, una de las causas más habituales de patologías en el primer mundo.

Para un sueño reparador es importante acostarse temprano, ya que las hormonas que intervienen en el descanso (cortisol y melanina) se rigen por los ritmos del sol, por lo que estamos preparados para dormir sin luz solar y despertar con el sol.
No comer en exceso antes de acostarnos, tener un buen colchón y una buena almohada que se adapten a nuestras necesidades, etc.

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