Los discos intervertebrales son estructuras hídricas (formadas por agua) que se sitúan entre las vértebras (piezas óseas que conforman nuestra columna) e impiden el roce entre ellas ya que, si dos estructuras del mismo material se rozasen, se romperían.
El disco se compone de dos partes: un núcleo pulposo (líquido) y un anillo fibroso (más compacto).
Cuando el anillo fibroso sale de su cavidad, hablamos de una protrusión discal. Cuando, aparte del anillo, es el núcleo el que abandona su posición, hablamos de hernia.
La hernia en sí no es un el problema, ya que es asintomática (no provoca dolor). Donde reside el problema es en las estructuras a las que presiona esa hernia. En función de qué estructura entre en contacto con la hernia, se genera un tipo de sintomatología.
Nuestra intención con este post no es otro que el de hacer entender que hablamos realmente cuando hablamos de una hernia discal y, sobre todo, para hacer ver que no es un problema invalidante. Con ejercicios y rehabilitación nos se puede llevar una vida normal en la mayor parte de los casos.